Naciones Unidas, Nueva York.- Con la llegada de un nuevo año surgen nuevas esperanzas para el futuro. Estos sueños son diferentes para cada persona: las familias asediadas por la guerra esperan paz y estabilidad; millones de niñas jóvenes en todo el mundo esperan un futuro libre de violencia y abuso; las mujeres embarazadas en todas partes esperan experimentar un parto seguro.

Todo esto está al alcance del mundo para lograrlo, pero solo si aprendemos de las lecciones de nuestro reciente pasado. A continuación, explora lo que nos enseñó el 2024 y descubre cómo hacer que el 2025 sea un año más pacífico y próspero para todos.

1. Para combatir múltiples crisis, necesitamos unidad

El año 2024 vio la ruptura de peligrosos récords en todo el mundo, desde aumentos de temperatura hasta personas desplazadas por conflictos y crisis. Y, una vez más, fueron las mujeres y las niñas quienes soportaron el peso de las divisiones internacionales sobre cómo abordar estas amenazas existenciales. Como táctica de terror, mujeres y niñas fueron seleccionadas para sufrir violaciones y agresiones sexuales, en la República Democrática del Congo, Haití, Sudán y más allá; en Gaza, Ucrania, Yemen y en múltiples otros conflictos, decenas de miles de mujeres embarazadas fueron desplazadas de sus hogares, obligadas a soportar altas tasas de hambre y enfrentar crecientes riesgos de muerte.

El embarazo y el parto no se detienen por emergencias, y los derechos humanos no se suspenden durante desastres, ni se detienen en las fronteras. Nuestra inacción colectiva para protegerlos habla de la necesidad de volver a priorizar la cooperación multilateral, lo que Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, llamó el “corazón palpitante” de nuestra comunidad internacional.

2. El camino hacia el progreso ya está trazado, ahora debemos defenderlo

Hace treinta años, en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo en El Cairo, los delegados de todo el mundo acordaron una verdad fundamental: la igualdad de género y los derechos sexuales y reproductivos son clave para lograr el desarrollo sostenible. Este evento crucial creó condiciones favorables para el empoderamiento de las mujeres y las niñas, lo que llevó a una reducción de un tercio de las tasas de mortalidad materna y embarazo adolescente, mientras que el número de mujeres que usaban anticonceptivos modernos se duplicaba, cumpliendo derechos y salvando vidas.

Aunque la división y la polarización ahora amenazan estos avances, los activistas y los responsables de la formulación de políticas siguen firmes en la consecución del progreso, y las mujeres y niñas están ganando derechos y opciones fundamentales. El UNFPA se mantiene a su lado, ofreciendo apoyo a través del acceso a anticonceptivos, vacunas, parteras, protección contra la violencia de género y otros cuidados salvavidas.

3. "Dejados atrás" también puede significar "empujados atrás"

Aunque los logros obtenidos en las últimas tres décadas han sido notables, estos han beneficiado de manera desproporcionada a los sectores más privilegiados de la sociedad. El informe del Estado de la Población Mundial de 2024 reveló las múltiples formas de marginación y discriminación que siguen excluyendo a millones del progreso. Estas desigualdades están a menudo incrustadas en nuestros sistemas de salud y en las instituciones económicas, sociales y políticas, privando a demasiados de derechos y salud reproductiva fundamentales.

Para garantizar que los próximos 30 años de progreso incluyan a todos, debemos comprometernos con una nueva visión para el mundo, una en la que enfrentemos las desigualdades de manera directa. Esto significa diseñar programas de salud específicos y dirigidos que aborden formas sistémicas de discriminación. También significa reconocer el valor de los datos desagregados y no medir las experiencias humanas solo a través de promedios generales. Para lograr los derechos sexuales y reproductivos para todos, debemos centrarnos en las voces y experiencias de aquellos que han sido dejados –y a menudo empujados– atrás. Es fundamental reconocer que solo fortaleciendo los derechos y el bienestar de los individuos podemos reforzar los de la colectividad, y viceversa.

4. Para acelerar el progreso, necesitamos ideas radicales y nuevas

Este año, una nueva investigación del UNFPA reveló una cruda verdad: Globalmente, estamos muy atrás en la realización de un mundo con cero mortalidad materna, cero necesidad insatisfecha de planificación familiar y cero violencia de género. Lo que antes eran avances rápidos se han desacelerado e incluso, en algunos lugares, se han invertido. ¿Por qué? La crisis climática global, los conflictos desbordados y el resurgimiento de normas y prácticas que subyugan a mujeres, niñas y otros grupos marginados son, en parte, los culpables; todos estos dañan la salud, violan derechos y aumentan la desigualdad.

Sin embargo, la investigación del UNFPA también destaca innovaciones con el potencial de beneficiar a millones y expandir sus derechos y opciones. Los avances en las tecnologías reproductivas asistidas, por ejemplo, están permitiendo a quienes luchan contra la infertilidad crear las familias que desean, y en medio de los crecientes riesgos climáticos, nuevas formas de procesar y analizar datos podrían ayudar a las comunidades a prepararse mejor para los desastres y salvar vidas. Soluciones como estas –y otras ideas frescas que representan un “negocio como no es usual”– son cruciales para acelerar el progreso.

5. Es hora de afirmar nuevamente: Los derechos de las mujeres son derechos humanos

El año 2025 marcará el trigésimo aniversario de la Conferencia de Beijing sobre las mujeres, donde la ex Primera Dama de los Estados Unidos, Hillary Clinton, pronunció la frase fundamental: “Los derechos humanos son los derechos de las mujeres y los derechos de las mujeres son derechos humanos”. No podemos permitir que la crisis, el conflicto y la división nos distraigan de esta verdad.

Pero aún ningún país en el mundo ha alcanzado la igualdad de género. A nivel global, cada 10 minutos una mujer es asesinada por su pareja íntima o un miembro de su familia; 800 mueren cada día por causas prevenibles relacionadas con el embarazo y el parto; y la mitad de todos los embarazos son no deseados. Para erradicar estas injusticias, debemos invertir en mujeres y niñas, aprovechar la sabiduría tanto antigua como nueva y defender los derechos y opciones para todos, especialmente los más vulnerables. La paz, la prosperidad y el potencial del mundo dependen de ello.