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Discurso de apertura de la Directora Ejecutiva del UNFPA, Dra. Natalia Kanem, en la Comisión de Población y Desarrollo

Señora Presidenta, Vice Secretaria General, Excelencias, distinguidos delegados, queridos colegas, queridos jóvenes, queridos amigos. Esta sesión de la Comisión es una oportunidad para hacer balance de nuestro progreso colectivo desde 1994, y hay mucho que celebrar.

Hace treinta años, en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD) celebrada en El Cairo, los líderes mundiales se unieron para afirmar que la igualdad de género, el empoderamiento de las mujeres y las niñas y el acceso universal a la salud sexual y reproductiva son derechos humanos, condiciones previas para el desarrollo sostenible. Desde la conferencia de El Cairo, los principios de su innovador Programa de Acción nos han unido en nuestro camino hacia la creación de un mundo mejor para todos, colocando sabiamente a las mujeres y las niñas en el centro del desarrollo.

Por ejemplo:

  • Las niñas han alcanzado la paridad con los niños en la escolarización en la educación primaria, y ahora superan a los niños en la escolarización en la educación postsecundaria.
  • La esperanza promedio de vida ha aumentado de 65 años en 1994 a más de 73 años en la actualidad. Vivimos en un periodo de longevidad saludable.
  • Entre 2000 y 2020, la mortalidad materna disminuyó en un tercio.
  • La planificación familiar es accesible a millones más de mujeres y parejas; más embarazos se planifican y desean , más que nunca.
  • Más buenas noticias. Las mujeres avanzaron con paso firme en la representación gubernamental. Ni un solo parlamento o congreso es hoy sólo masculino.

Estos hechos y cifras cuentan una historia inspiradora. Lo que de verdad me motiva -y estuve presente en Egipto en la histórica CIPD como joven funcionaria de una fundación- es ver la diferencia que nuestras inversiones colectivas y nuestra determinación están marcando en la mejora de la vida de los millones de mujeres y niñas a las que el UNFPA presta servicios sobre el terreno en unos 130 países. 

He hablado con niñas como Tocosana, de Mozambique. Ella pudo escapar del matrimonio precoz y de la maternidad temprana, y ahora es mentora de otras niñas de su comunidad. ¿Su sueño? Ser médica. También está Ngoma, de la República Democrática del Congo. Ella reúne a su comunidad para concienciar sobre la violencia sexual y de género, especialmente sobre los riesgos que corren las personas con discapacidad, como ella. Magali, de Bolivia, puso en marcha un proyecto premiado. Se llama SELF-DISCOVER(ED), y ofrece educación sexual integral a estudiantes indígenas y de primera generación para combatir las altas tasas de embarazo adolescente y ayudar a poner fin con los abusos sexuales. Magali quiere asegurarse de que su generación conozca sus derechos y disponga de las herramientas y oportunidades necesarias para tomar decisiones con conocimiento de causa. Todo esto y más fue la promesa de la CIPD de El Cairo. Es imperecedera. Es una promesa que se materializa hoy en día en las vidas de millones de niñas con efectos dominó en toda la sociedad. Se trata de logros por los que luchamos y conseguimos juntos -líderes gubernamentales, la sociedad civil, voluntarios comunitarios, el sector privado, las Naciones Unidas, gobiernos locales y comunidades de todo el mundo- tras aquel acuerdo multilateral ejemplar de hace 30 años.

Sin embargo, aún quedan cosas por hacer. Aún tenemos mucho trabajo por delante para hacer realidad la visión de la CIPD de El Cairo para las mujeres, las niñas y los jóvenes de todo el mundo, en todas sus diversidades. Resulta preocupante que las reducciones anuales de las muertes maternas se hayan estancado desde 2016. Covid solo empeoró las cosas a medida que los sistemas de salud se tambaleaban. En algunos países, las tasas de mortalidad materna han aumentado.

Asuntos pendientes: La disparidad entre el empleo formal de mujeres y hombres es la misma hoy que en 1994, lo que significa que millones de mujeres carecen hoy del poder económico para invertir en sí mismas y en sus familias. Y es inaceptable e inconcebible que no estemos haciendo ni de lejos los progresos necesarios para acabar de una vez por todas con la violencia de género y el feminicidio.

Son sólo algunos ejemplos de las tareas pendientes. No podemos quedarnos quietos, y por eso el UNFPA está redoblando sus esfuerzos para acelerar los avances en materia de salud y derechos sexuales y derechos reproductivos.

A principios de este mes, junto con los Gobiernos de Benín, Dinamarca y los Países Bajos, el UNFPA reunió en Cotonú a más de 500 jóvenes líderes de 130 países en el Diálogo Mundial de la Juventud sobre la CIPD30. Allí, los jóvenes definieron su visión de la próxima fase del Programa de Acción de la CIPD. Reclaman medidas urgentes para hacer realidad su derecho a la autonomía corporal, a la educación, a un trabajo digno y a vivir en sociedades pacíficas. Quieren tener más peso en la toma de decisiones y una mayor voz en las conversaciones mundiales críticas.

El UNFPA está dispuesto a colaborar con los gobiernos para reforzar los mecanismos de participación de los jóvenes. El mundo necesita su liderazgo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y trazar el camino a seguir después de 2030. La violencia, los conflictos y las turbulencias económicas nos han hecho retroceder, y se avecinan nuevos retos: la crisis climática, la alarmante reacción contra los derechos de la mujer y las nuevas tecnologías que deben emplearse y regularse con sensatez para impulsar el progreso humano sin causar daños.

El informe Estado de la Población Mundial 2024 del UNFPA, que acaba de publicarse, nos recuerda que los compromisos adquiridos en la CIPD impulsaron el apoyo mundial a la salud sexual y reproductiva, un impulso que seguimos construyendo hoy en día. Las inversiones en salud y derechos sexuales y reproductivos aumentaron cinco veces después de que los países acordaran, en el cambio de milenio, "construir un mundo en el que nadie se quede atrás".

Aunque el nuevo informe muestra que no hemos dado prioridad a llegar a los más rezagados, también revela que los responsables políticos coinciden abrumadoramente en la necesidad de abordar las desigualdades en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos. Sabemos que son la inversión, la acción colectiva y la voluntad política las que marcan la diferencia.

Un análisis realizado en 2020 por el UNFPA y sus socios académicos concluyó que solo harían falta 222.000 millones de dólares en nuevas inversiones para poner fin a las muertes maternas evitables, eliminar la necesidad insatisfecha de planificación familiar y proteger a las mujeres y las niñas de todo el mundo de la violencia de género y las prácticas nocivas de aquí a 2030. Transformando así la vida de millones de personas.

Las niñas que no son casadas de pequeñas tienen más posibilidades de terminar sus estudios y conseguir un empleo. Esto se traduciría en billones de dólares en beneficios económicos para la sociedad. Aumentar la participación de las mujeres en el lugar de trabajo podría incrementar el PIB per cápita en casi un 20% de media.

Cuando invertimos en las mujeres y las niñas, todos salimos ganando.

Excelencias, distinguidos delegados. El Programa de Acción de la CIPD no es sólo un acrónimo, que sólo pueda entenderse en los augustos salones de las Naciones Unidas. Mucho más que eso, representa un llamado continuo en favor de un mundo más justo, próspero, pacífico y sostenible, una visión que sigue siendo muy pertinente para la vida de todos nosotros, y una promesa de cuidar y proteger a cada niña de 10 años al borde de la adolescencia. Les insto a que la tengan presente durante sus deliberaciones de esta semana. Espero que ella, y todas las mujeres y jóvenes que aún esperan que esa promesa se haga realidad en sus vidas, les inspiren para actuar. Aunque, a petición del Secretario General, viajaré a Chile para participar en la reunión de la Junta de Jefes Ejecutivos de esta semana, mis colegas del UNFPA y yo misma seguiremos estando disponibles a distancia para colaborar constructivamente con ustedes a fin de seguir avanzando en el programa de la CIPD.

Treinta años después de El Cairo, ¿por qué las mujeres deben esperar un día más para controlar su propia fertilidad? ¿Para no morir durante el embarazo y el parto? ¿Para escapar de la violencia de género y de los daños en línea? ¿Por qué los jóvenes deben seguir esperando -a veces hasta que es demasiado tarde- para comprender su propia biología y salvaguardar su salud reproductiva?

El alto nivel de representación en la CPD57 es muy alentador.  Felicito a los Estados miembros por su acuerdo sobre la declaración política que se va a adoptar, que reafirma la importancia del Programa de Acción de la CIPD. Espero que los debates de esta semana susciten el compromiso de emprender acciones urgentes y aceleradas en el camino hacia la Cumbre del Futuro y nos preparen, a nosotros y a nuestros socios, para las oportunidades y los retos que nos aguardan.

Sabemos lo que se puede conseguir cuando trabajamos juntos. Sigamos avanzando, más rápido, y esta vez, llevemos a todos con nosotros. Las mujeres y las niñas piden acción. Cuentan con nosotros y no pueden permitirse esperar otros 30 años. Avancemos en asociación, ¡juntos!