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Investigación revela que todavía algunos medios de información minimizan la violencia sexual en Bolivia

Investigación revela que todavía algunos medios de información minimizan la violencia sexual en Bolivia

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Investigación revela que todavía algunos medios de información minimizan la violencia sexual en Bolivia

calendar_today 12 Mayo 2025

Un estudio de la Universidad Católica Boliviana revela que algunos medios de El Alto, Potosí y Riberalta reproducen discursos que minimizan la violencia sexual contra niñas, adolescentes y mujeres.
Un estudio de la Universidad Católica Boliviana revela que algunos medios de El Alto, Potosí y Riberalta reproducen discursos que minimizan la violencia sexual contra niñas, adolescentes y mujeres.

12 de mayo 2025.- Un estudio del Instituto de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento de la Universidad Católica Boliviana ha revelado que existen algunos medios de El Alto, Potosí y Riberalta que construyen representaciones que minimizan la violencia sexual contra niñas, adolescentes y mujeres. El análisis efectuado por las investigadoras Ana Belén Ayo Kudelka y Valeria del Villar abarca 48 noticias publicadas en 2024, las mismas en su tratamiento mediático perpetúan las normas sociales de género que se manifiestan en mitos, estereotipos y formas de poder patriarcal a través del lenguaje.

El estudio evidencia un uso sistemático de eufemismos para referirse a hechos de violencia sexual. Expresiones como “toques impúdicos”, “mantener relaciones” o “vejación” son empleadas para nombrar violaciones, lo que suaviza el delito y diluye su impacto social. En muchos casos, el léxico utilizado sugiere consentimiento o minimiza la gravedad del crimen, especialmente en contextos donde las víctimas son menores de edad.

Esta práctica lingüística, lejos de ser neutral, forma parte de estructuras simbólicas que legitiman la violencia y desincentivan las denuncias, como lo advierte el informe: “El lenguaje construye realidades y puede contribuir tanto a la reproducción como al cuestionamiento del poder”.

Otro hallazgo preocupante es el silenciamiento de las voces de las sobrevivientes y sus entornos. En las notas revisadas, predominan las declaraciones de fiscales, jueces, policías y autoridades eclesiásticas, mientras que las víctimas, sus familias y organizaciones especializadas están ausentes o se reducen a menciones indirectas.

Este enfoque no sólo limita la comprensión pública del problema, sino que reduce la violencia sexual a un asunto judicial o anecdótico, sin considerar su carácter estructural. Como señala el estudio, “la sobre-representación institucional y la ausencia de voces ciudadanas refuerza una narrativa que elude las causas profundas del fenómeno”.

Las víctimas suelen ser descritas como “la hija de”, “una menor” o “una adolescente”, despojándolas de identidad y agencia. En contraste, los agresores son identificados por sus roles sociales: “profesor”, “padre”, “militar”, “pastor”. Esta asimetría reproduce representaciones de género que colocan a las mujeres en una posición de subordinación y refuerzan la imagen del agresor como una figura respetable o incluso víctima de las circunstancias.

En algunos casos, los medios incluso sugieren que el consumo de alcohol, los horarios nocturnos o el contexto festivo explican o justifican la agresión, culpabilizando implícitamente a la víctima y desviando la atención de la responsabilidad del agresor.

La elección del Análisis Crítico del Discurso (ACD) como metodología permitió a las investigadoras examinar no sólo el contenido explícito de las noticias, sino también las estructuras de poder implícitas. El estudio identifica tres niveles de análisis —discursivo, contextual e institucional— que ofrecen una comprensión profunda de cómo el lenguaje mediático puede naturalizar la violencia sexual.

Esta perspectiva crítica muestra que los medios no sólo informan, sino que construyen realidades sociales. “El discurso periodístico legitima creencias y sesgos que obstaculizan la erradicación de la violencia sexual”, concluye el informe.

El estudio propone una serie de recomendaciones urgentes para mejorar la cobertura periodística sobre violencia sexual. Entre ellas, destaca la importancia de usar un lenguaje claro y preciso que nombre la violencia sexual como tal, evitando eufemismos que minimicen su gravedad. También se enfatiza la necesidad de visibilizar las rutas de denuncia y atención, brindando información útil y accesible para las víctimas. Asimismo, se recomienda diversificar las voces representadas en las noticias, incluyendo a personas sobrevivientes, organizaciones especializadas y profesionales en género. Otra recomendación clave es evitar la revictimización mediante la omisión de detalles innecesarios o culposos que puedan reforzar estigmas. Además, se sugiere contextualizar la violencia sexual como un problema estructural y no como hechos aislados. Finalmente, se insta a capacitar a periodistas en coberturas sensibles y éticas sobre violencia de género, y a monitorear de forma constante el tratamiento mediático de estos casos para detectar avances y desafíos persistentes. Asimismo, se destaca la necesidad de fortalecer la relación entre medios e instituciones especializadas, para fomentar un enfoque colaborativo, ético e informado que contribuya a la prevención y atención efectiva de la violencia sexual.

Mónica Beltrán, Analista de Programa en Normas Sociales de Género del Fondo de Población de las Naciones Unidas - UNFPA destaca que “un país donde la violencia sexual contra niñas, adolescentes y mujeres alcanza cifras alarmantes y las denuncias siguen siendo mínimas, los medios de información tienen un rol determinante. Más que informar, tiene el poder de sensibilizar, visibilizar y transformar, incluso las normas sociales de género que rigen nuestra sociedad patriarcal”.

“Los medios de comunicación fijan la agenda pública y moldean las respuestas sociales. Por eso, no pueden seguir siendo parte del problema. Deben asumir su rol como actores clave en la construcción de una sociedad más justa, consciente y comprometida con la erradicación de todas las formas de violencia”, concluye el estudio.

La investigación fue realizada con apoyo de las embajadas de Suecia y Canadá, así como del Fondo de Población de las Naciones Unidas – UNFPA.

Información: Rigliana Portugal rportugal@unfpa.org