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Las uniones infantiles tempranas son una forma de violencia normalizada

Las uniones infantiles tempranas son una forma de violencia normalizada

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Las uniones infantiles tempranas son una forma de violencia normalizada

calendar_today 12 Abril 2025

Las niñas tienen derecho a vivir con dignidad y seguridad.
Las niñas tienen derecho a vivir con dignidad y seguridad

Artículo escrito por Pablo Salazar Canelos, Representante de UNFPA en Bolivia

La garantía de los derechos de niñas y niños sigue enfrentando desafíos en la región, así como en el país, donde persisten prácticas nocivas como el matrimonio y las uniones infantiles tempranas, que afectan principalmente a las niñas. Se reconoce que este fenómeno está frecuentemente ligado a normas culturales, desigualdad de género y pobreza, y no sólo vulnera el derecho de las niñas , sino que también está estrechamente asociado con el inicio temprano de la maternidad. Resulta urgente visibilizar una realidad que continúa afectando a millones de niñas en América Latina y el Caribe: una de cada cuatro niñas (en la región) se casa o se une antes de cumplir los 18 años. A diferencia de otras regiones del mundo, esta es la única donde el matrimonio infantil y las uniones tempranas no han disminuido en los últimos 25 años (UNICEF, 2023).

El matrimonio y las uniones tempranas son prácticas nocivas que afectan profundamente el desarrollo integral de las niñas. No se trata de decisiones libres o personales, sino del resultado de factores estructurales: desigualdad de género, pobreza, violencia, normas sociales patriarcales y limitado acceso a información y servicios de salud sexual y reproductiva. Estas condiciones vulneran gravemente los derechos de las niñas y perpetúan ciclos intergeneracionales de pobreza, exclusión, violencia y dependencia económica.

En Bolivia, la edad mínima para contraer matrimonio es de 18 años. Sin embargo, el Código de las Familias y del Proceso Familiar (Ley Nº 603 de 2014) establece que, de manera excepcional, se puede contraer matrimonio a partir de los 16 años, siempre que se cuente con la autorización escrita de quienes ejercen la autoridad parental o tutela, o, en su defecto, de una autoridad judicial a petición de alguno de los interesados. 

Según datos del Servicio de Registro Cívico (SERECI, 2023), entre 2014 y 2023 4.804 adolescentes mujeres entre 16 y 17 años contrajeron matrimonio; en tanto que, se registraron 365 matrimonios de hombres en ese mismo rango etario; en dos de cada diez de estas uniones, el esposo tenía 10 años más, lo que evidencia una brecha de poder en la pareja. Adicionalmente, pese a lo establecido en la Ley Nº 603, el Informe Defensorial “Sueños Interrumpidos” (Defensoría del Pueblo, 2024) reportó 547 matrimonios de niñas de entre 12 y 15 años entre 2014 y 2017. La cifra de 547 matrimonios se desagrega en: 12 años, 2 matrimonios; 13 años, 17; 14 años, 129; y 15 años 399 matrimonios.

Paralelamente, de acuerdo con información del Sistema Nacional de Información en Salud y Vigilancia Epidemiológica del Ministerio de Salud y Deportes, en 2024 se registraron 26.971 embarazos en niñas y adolescentes, un promedio de 74 por día, de los cuales 1.430 correspondían a menores de 15 años. Muchos de estos embarazos se produjeron en contextos de violencia sexual y en entornos de matrimonio o unión infantil y temprana (MUITF).

Muchas uniones de niñas y adolescentes en Bolivia son de hecho, es decir, no son formalizadas ante las autoridades del registro civil, por lo que es posible que las cifras oficiales subestimen la magnitud del problema. Además, al no contar con el reconocimiento legal de su unión, las niñas adolescentes pierden el acceso a una serie de derechos que se adquieren con un matrimonio formal, como ser: la protección patrimonial, el acceso a la seguridad social y el respaldo legal en casos de violencia o abandono. Pese a este panorama, hay noticias que deben ser destacadas. De acuerdo con los datos de la reciente la Encuesta de Demografía y Salud 2023 (EDSA 2023), el porcentaje de mujeres de 20 a 24 años que se unieron antes de los 15 años pasó del 3,2% en 2008 al 2,5% en 2023, y del 21,7% al 15% en el caso de uniones antes de los 18 años en el mismo periodo. Estas cifras muestran avances en la igualdad de género, empoderamiento de las niñas y adolescentes con posibilidad de conclusión escolar, desarrollo de su potencial y vivencia plena de su etapa en el ciclo de vida.

En criterio de Pablo Salazar Canelos, Representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas - UNFPA en Bolivia, "el inicio de una vida en matrimonio o convivencia a edades tan tempranas tiene consecuencias devastadoras. Las niñas se ven forzadas a abandonar la escuela, pierden autonomía, y son sometidas a jornadas agotadoras de trabajo doméstico y de cuidados". Estudios muestran que las adolescentes casadas o en uniones tempranas duplican, quintuplican y hasta octuplican las horas de trabajo no remunerado en comparación con sus pares hombres (Plan Internacional y UNFPA, 2019). Además, enfrentan mayores riesgos de violencia física, sexual, psicológica y económica (Kidman, 2017), y tienen poco acceso a recursos y a decisiones sobre su propia vida. Muchas veces, estas uniones son vistas por las familias como una forma de protección o de escape a la pobreza. Sin embargo, terminan siendo una trampa que limita aún más las oportunidades de desarrollo de las niñas. La falta de educación, el control de las parejas y la sobrecarga de trabajo perpetúan su situación de vulnerabilidad y dependencia. También influye de forma decisiva la falta de acceso a educación sexual integral y servicios de salud sexual y reproductiva, que priva a las niñas de la información y herramientas necesarias para tomar decisiones informadas sobre sus cuerpos y sus vidas (UNFPA y Plan Internacional, 2019).

Esta situación exige un compromiso real del Estado, las comunidades y la sociedad en su conjunto para transformar las condiciones que permiten que estas prácticas persistan. El Día de la Niña y el Niño celebrado cada 12 de abril es una oportunidad para recordar y actuar, de forma tal que se asegure el que las niñas crezcan libres, seguras y con oportunidades reales. Merecen ir a la escuela, decidir sobre su futuro y vivir una infancia plena, sin miedo ni violencias. Los matrimonios y uniones infantiles tempranas y forzadas no son una tradición: son una forma de violencia que debe terminar.