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Tasa de fecundidad. Unfpa: “Esta baja es un indicador de avances de género en la sociedad boliviana”

Tasa de fecundidad. Unfpa: “Esta baja es un indicador de avances de género en la sociedad boliviana”

Noticia

Tasa de fecundidad. Unfpa: “Esta baja es un indicador de avances de género en la sociedad boliviana”

calendar_today 09 Septiembre 2024

Pablo Salazar Canelos, representante del Unfpa en Bolivia.  Foto: Leny Chuquimia / Visión 360
Pablo Salazar Canelos, representante del Unfpa en Bolivia. Foto: Leny Chuquimia / Visión360

Por Leny Chuquimia/Visión 360.- El representante del Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) en Bolivia, Pablo Salazar Canelos, explicó que la baja fecundidad es un proceso demográfico al que no se debe temer. Manifestó que es un indicador de éxito para los derechos reproductivos de las mujeres.

Pablo Salazar Canelos, representante del Unfpa en Bolivia. Foto: Leny Chuquimia / Visión 360

Sostuvo que los cambios generan miedo en toda sociedad y, más aún, en una que está acostumbrada a crecer. Y es que esta transición representa cambios en las estructuras económicas, sociales y de poder.

Sostuvo que es necesario hablar del tema y cambiar como sociedad. Añadió que se debe reflexionar y trabajar en temas de género para evitar la culpabilización de las mujeres, lo que genera un riesgo de retroceso en sus derechos. 

Los datos preliminares del censo muestran que la población boliviana llegó a una tasa de fecundidad de 2,1. ¿Qué implica eso?

La tasa global de fecundidad es el promedio de hijos que las mujeres tendrían a lo largo de su vida. Efectivamente, si uno ve los países de la región se encuentra con esta disminución.

Países andinos similares como Chile, Colombia, Perú y Ecuador han tenido este proceso demográfico. En todos hay una caída en la tasa global de fecundidad por debajo del nivel de 2,1 (hijos por mujer), pero siguen creciendo en términos  poblacionales. Bolivia recién está llegando a ese nivel.

Pablo Salazar Canelos, representante del Unfpa en Bolivia.  Foto: Leny Chuquimia / Visión360

El hecho de que técnicamente lleguemos a un nivel de reemplazo quiere decir que la población tenderá a estabilizarse a largo plazo. En términos generales, lo que implica es que se está desacelerando la tasa de crecimiento para los próximos 20 o 30 años. 

Uno podría decir que es una buena noticia para el país, porque el proceso de la disminución de la tasa de fecundidad -de acuerdo con la teoría de la transición demográfica- básicamente es algo que viene rezagado respecto a las reducciones de mortalidad. 

Explico. A principios del siglo XX, la población del mundo era menos de dos mil millones de personas y en el lapso del siglo llegó a más de siete mil millones. Creció tanto porque bajaron rápidamente los niveles de mortalidad. Aparecieron los medicamentos, la salud moderna,  los niños dejaron de morirse en edades tempranas, por una diarrea o una infección respiratoria.  

La tendencia era que las familias y las mujeres tengan 11, 12 y 13 hijos, porque de todos esos sobrevivían muy pocos. Eso hacía que la población se mantenga estable o crezca muy poco.

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Cuando aparecieron todas estas innovaciones, todavía se mantenía una tendencia de fecundidad muy alta. Como la mortalidad bajó empezaron los crecimientos enormes en todos los países del mundo. América Latina no fue la excepción. A partir de este punto, poco a poco empezó a reducirse la tasa de fecundidad.

En el mundo la tasa de fecundidad está convergiendo a niveles que están alrededor de 2,1. Pero no es un gran riesgo para ninguna población.

Entonces, lo que pasa en Bolivia ¿coincide con lo que pasa en la región y el mundo?

Sí, aplica en todo el mundo, pero ha estado más rezagado en países en desarrollo. Primero ocurrió en Europa, después en países como Estados Unidos y Canadá. En general, en los países desarrollados del norte. 

Luego fueron países de Asia, que tienen los países más envejecidos del mundo. Ahora le toca a América Latina, pero no es reciente. En 2018 ya hicimos publicaciones sobre la baja fecundidad en la región y ya había países que estaban por debajo del nivel de reemplazo.  

¿Cuáles son las causas?

Hay varios factores que contribuyen a acelerar el descenso de la fecundidad.  Por ejemplo (con datos de la Cepal), en Bolivia, el 83,2% de los hombres participarán en el mercado laboral en 2023 y las mujeres, en un  71,8%. 

Ellas tienen una gran participación, pero para ello, evidentemente, deben ajustar sus decisiones sobre cuánto tiempo dedican al cuidado. Si este fuera un mundo antiguo, probablemente todo su tiempo estaría dedicado al trabajo del cuidado dentro del hogar, a los siete hijos, la madre, la suegra y el marido; no hay espacio para el trabajo remunerado.

Pablo Salazar Canelos, representante del Unfpa en Bolivia.  Foto: Leny Chuquimia / Visión360

A medida que nos vamos urbanizando, los trabajos están más cerca de las mujeres y ellas  van buscando más esquemas de participación. Si no hay cambios en la norma social de género, que permitan que haya mayor coparticipación entre hombres y mujeres en el cuidado; si no se logra tener más apoyo del Estado con guarderías, sistemas de cuidado etc., ¿qué variable le toca ajustar a las mujeres que tienen que empezar a trabajar?, el cuidado.

Qué hacer si es la única forma de poder trabajar, de hacerse de una vida, una carrera, de conseguir ingresos. La forma más directa de controlar el cuidado es bajar la fecundidad. 

Es una buena noticia que las mujeres tengan más posibilidades de participación en el mercado laboral, esto es parte de un empoderamiento, además agencia liderazgo, poder de decisión dentro del hogar y la sociedad.  Es un ajuste normal y natural que hay que hacer sobre la fecundidad, que además es simplemente un dato, no es algo por lo cual preocuparse, pero es parte de ese ejercicio que esperamos que tengan las mujeres.

Ahora, el instrumento que permite esto es el método anticonceptivo. A diferencia de lo que pasaba con nuestras abuelas, ahora hay mayor acceso a ellos. En el caso de  Bolivia, las cifras del Ministerio de Salud y Deportes (SNIS-VE) muestran que, en 2015, el número de implantes en nuevas usuarias fue de 22.000. El año 2023 hubo 46.000 y este es solo uno de los métodos que ofrece gratuitamente el sistema de salud.

Esto es muy consistente con la historia que estamos viendo. Las mujeres están utilizando más métodos anticonceptivos, están tomando mejores decisiones o toman decisiones propias respecto a fecundidad. Para eso cuentan con el apoyo de las políticas públicas que les permiten ejercer ese derecho.

Es una historia de éxito, pero con varios factores. Por ejemplo, el factor de la urbanización nos permite estar más cerca de los servicios de salud, por lo tanto hay más acceso a anticonceptivos. También hay más mercado laboral y todo eso aumenta la velocidad de la caída de la fecundidad.

Hubo reacciones negativas por la decisión de las mujeres sobre su fecundidad.

Siento que los cambios siempre son  desafiantes para todas las personas de una sociedad. Estamos acostumbrados a crecer mucho y, poblacionalmente, estamos enfrentando una situación en la cual se empieza a desacelerar ese crecimiento. 

Es lógico que a veces nos cueste cambiar. Nos pasó cuando éramos muy rurales y empezamos a urbanizarnos. La gente tenía miedo, porque con los cambios también cambian los patrones sociales, el poder y las estructuras… todo.

Esta baja es un indicador de ciertos avances de género en la sociedad boliviana y no es extraño que algunas de estas voces, que están tan preocupadas, sean masculinas. Hay una carga del patriarcado y de una sociedad predominantemente machista, en la que existen ciertas formas de poder de decisión masculina.

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Es también un poco de sorpresa, de falta de entendimiento de la importancia de lo que ocurre. Es también una constatación fuerte de un creciente nivel de empoderamiento de las mujeres y su irrupción en espacios de poder. Creo que a veces es difícil de entenderlo, por eso es importante comunicarlo.

En 2018, empezamos a escribir argumentaciones que muestran que este es un proceso normal, que no hay necesidad de tener una angustia demográfica y, al contrario, que es un éxito del proceso del desarrollo. Hace 100 años, la gente se moría a los 50 años y ahora vamos a empezar a ver poblaciones de más de 100 años. Es algo que estamos viendo en otros países y le va a tocar también  a Bolivia.

¿Cuáles son los desafíos que nos trae esta transición? 

Vienen nuevos desafíos. Lo importante, en la lógica de derechos humanos, es que las mujeres puedan ejercer y puedan tener la capacidad de decidir autónomamente sobre el nivel de fecundidad que quieren tener. 

Dentro de ese proceso encontramos sociedades donde las mujeres quieren tener más hijos de los que efectivamente están teniendo. Llega un momento en que si hay las condiciones quiero tener tres hijos, pero solo tengo uno. Para poder tener los otros, se necesita apoyo de otras políticas públicas.

Ahí los países del norte de Europa han demostrado que las únicas políticas que son eficientes son las que no aíslan a la mujer. Han cambiado  sus políticas para tener un cuidado parental de los dos padres. Cuando una mujer  da a luz, los dos deben tomar tiempo para el niño, tienen una licencia obligatoria de maternidad y de paternidad. 

Pablo Salazar Canelos, representante del Unfpa en Bolivia.  Foto: Leny Chuquimia / Visión360

Así, no hay la posibilidad de que se discrimine a las mujeres y se contrate solo hombres. Ambos deben asumir el cuidado y el Estado asume los costos a través de la seguridad social. Se brindan servicios para la fecundidad asistida en hombres y mujeres, algo que en nuestros países no podemos ni considerarlo. Hay jornadas laborales más cortas que permiten que haya más dedicación del cuidado. 

Pero también son  políticas que ocurrieron porque hay más mujeres participando en el Gobierno. Eso hizo que la agenda se haya ido profundizando en aspectos que tienen que ver con la salud sexual reproductiva y servicios para generar equilibrios de género dentro del hogar y la familia, educación alrededor de la corresponsabilidad entre hombres y mujeres alrededor del hogar y el cuidado.

En la sociedad en su conjunto, mientras más vas mejorando en temas de género, más probabilidades hay de que las mujeres puedan tener esta posibilidad de cumplir con sus ideales de fecundidad. Entonces vemos que hay países donde la fecundidad que ha caído empieza a subir nuevamente porque hay estas matrices de políticas que lo permiten.

Estas son las discusiones de largo plazo que debemos tener: qué tipo de sistemas vamos a poner, qué políticas públicas vamos a producir pensando en ese escenario futuro. 

Dicen que la baja fecundidad generará una falta de mano de obra, ¿es cierto?

Hay sociedades altamente productivas, con alto nivel de vida, muy envejecidas y que tienen baja fecundidad. Veamos Japón, está muy por debajo de la tasa de reemplazo. 

Pero no es una economía que tenga un desastre o que tenga pérdidas de los niveles de bienestar de su población. No tiene altos flujos de inmigración, no está atrayendo un montón de gente para poder vivir ahí.

Lo que hizo el país son cambios y ajustes que van en línea de mantener sus niveles de productividad, a pesar de que su población incluso está decreciendo. Tiene mucho trabajo voluntario de personas adultas mayores que están en sistemas de cuidado, que brindan servicios comunitarios. La edad de jubilación se ha modificado porque la esperanza de vida es mayor. 

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El trabajo después de los 65 años se ha vuelto, en muchos casos, una costumbre. Muchas personas deciden seguir trabajando después de la edad legal de jubilación y lo hacen productivamente. Hay muchos trabajos que no son físicos y donde una persona adulta mayor puede ser plenamente productiva.

No sé qué va a pasar en los próximos 100 años, cómo va a evolucionar la tecnología para poder hacer que la sociedad del mundo, que va a estar en general mucho más envejecida, siga siendo productiva y siga generando esos niveles de bienestar para todos y todas. Probablemente la tecnología va a jugar un rol importante, pero también lo harán las políticas públicas y cómo las adecuamos.

Tal vez ahora las vemos quizás inviables, pero poco a poco tenemos que irlas pensando y consensuando para lograr mejores niveles de desarrollo, más igualdad y más equidad. Varios de los mecanismos ya concebidos probablemente van a tener que cambiar a futuro. Vamos a tener que pensar cómo cambiar la Seguridad Social, la educación o los sistemas de salud.

Tendremos que invertir mucho más en prevención. En este momento es caro envejecer, porque llegamos enfermos a esa etapa. A los 30 años ya tenemos hipertensión arterial, a los 40 o 50 tenemos diabetes. Pero todo eso con estilos de vida saludables, se puede prevenir.

¿Cómo avanzar en estos cambios sin que la situación se convierta en un riesgo de retroceso en los derechos ganados?

Si hay un riesgo. La narrativa en otros países y sociedades muestra que (ante la baja fecundidad) hubo intentos de restringir los derechos de las mujeres. Esto comienza a aparecer porque se las culpabiliza. 

Ejemplo: “tenemos muy pocos hijos, porque las mujeres no quieren”. Y entonces aparecen soluciones que parecen obvias y -económicamente- quizá adecuadas, porque las están culpabilizando. Pueden ofrecer medidas como la de premiar a las mujeres que tengan más de tres hijos. Es una forma bastante pasiva, pero muy agresiva, de poner el peso del tema en las mujeres y volver el tema como que es un problema de su decisión. 

Esta no es la política más recomendable a largo plazo. Además termina siendo inefectiva.

Todo esto va generando ideas equivocadas de que es un problema de las mujeres, que son ellas las que tienen que cambiar y no es así. Es la sociedad la que tiene que realizar ajustes que permitan que las mujeres tengan las oportunidades adecuadas.

Es necesario el trabajo coordinado de las organizaciones de mujeres,  reforzar el trabajo con los hombres para poder tener claridad sobre la importancia de los derechos sexuales y reproductivos y además tener masculinidades más sanas para formar mejores relaciones entre hombres y mujeres.  Todo eso es importante.

Esta es una reflexión que la sociedad boliviana tiene que tener para poder encontrar cuáles son las mejores soluciones. Hay que blindar el trabajo con los jóvenes, los movimientos sociales y no tenerle miedo a las conversaciones difíciles.

Esto es algo que vamos a tener que conversar también con personas que piensan diferente, con  las iglesias, con líderes religiosos y con líderes comunitarios que tienen visiones diferentes y masculinas alrededor del tema de la fecundidad. Son diálogos intergeneracionales importantes que se debe tener en cada sociedad de América Latina y el Caribe. Ese va a ser el reto de los próximos años.