Salomé Andrade mira al pasado con una mezcla de tristeza y fuerza. Recuerda con claridad su infancia y adolescencia, cuando veía impotente cómo su padre maltrataba y golpeaba a su madre. "Por eso decidí ser promotora comunitaria", dice, con voz firme y una convicción que solo la experiencia puede dar. Salomé, nacida en un hogar marcado por la violencia, encontró en el dolor una motivación para transformar su vida y la de su comunidad. Cuando vivió en Comarapa, Santa Cruz, Salomé enfrentó diversas adversidades. Sin embargo, fue al llegar a Sacaba, Cochabamba, donde la violencia y la discriminación tocaron incluso las puertas de su propia familia. Aquellos momentos difíciles le enseñaron una lección valiosa: no basta con sobrevivir; hay que trabajar por un cambio real.
La oportunidad llegó cuando comenzó a capacitarse como promotora comunitaria en prevención de la violencia. A través de las capacitaciones, Salomé comprendió lo esencial de su misión: la formación de las mujeres es la clave para que puedan acceder a la información sobre sus derechos, las leyes y los procedimientos para defenderlos. "Muchas mujeres no saben cómo denunciar, y por miedo o desconocimiento, no ejercen sus derechos", explica con el rostro serio pero lleno de esperanza.
Con cada acción que realiza, Salomé tiene claro que el cambio comienza desde adentro. "La mujer debe empoderarse primero a nivel personal, luego en su familia y, finalmente, en la comunidad. Así, sí se logra un cambio real", asegura, mientras trabaja cada día para que más mujeres comprendan la importancia de tener control sobre sus decisiones y su vida.
Para Salomé, la violencia no puede seguir siendo aceptada. "Debe ser erradicada. No podemos seguir viviendo bajo el maltrato y abuso", dice con firmeza. Cree que cada mujer debe poner un límite y decir: "Basta. Basta de sufrir, basta de ser sumisa". Les anima a todas a dar el primer paso: "Pónganse la mano en el corazón y digan: Yo puedo. Yo quiero salir de ese círculo de violencia. Denuncien, no se callen. El silencio también fortalece el ejercicio de la violencia".
Las capacitaciones que recibió, con el apoyo del municipio de Sacaba y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), junto con la Agencia de Cooperación Internacional de Corea - KOICA, le han dado herramientas para ayudar a otras mujeres a empoderarse y romper el ciclo de violencia. "Seguiré siendo promotora", dice Salomé con una sonrisa llena de esperanza. "Mi familia me apoya y me motiva. Sé que, junto a mis compañeras, podemos hacer la diferencia. Cambiar el mundo comienza con el cambio de cada ser humano. Si nosotros cambiamos, el mundo cambiará también", afirma, convencida de que cada mujer tiene el poder de transformar su vida y su comunidad.
La historia de Salomé es un testimonio de lucha, dolor, pero sobre todo de resiliencia. Porque ella sabe que el verdadero cambio comienza con una decisión: la de no rendirse, la de avanzar por un futuro libre de violencia.
Historia escrita por: Rigliana Portugal rportugal@unfpa.org